COMORBIIDAD Y PATOLOGÍAS DUALES
Patología dual: cuando la mente y la adicción se mezclan
La adicción ya es un infierno por sí sola. Pero cuando además va acompañada de una enfermedad mental, el camino se vuelve aún más duro. A eso se le llama patología dual: cuando una persona sufre al mismo tiempo un trastorno por consumo de sustancias y algún tipo de trastorno mental (como depresión, ansiedad, trastorno límite de la personalidad, trastornos psicóticos, etc.). Y no es un caso raro. Al contrario: es mucho más común de lo que la mayoría cree.
Se estima que entre un 50 % y un 70 % de las personas con adicciones tienen también algún tipo de trastorno mental. Y lo más grave es que muchas veces ni se diagnostica. O se malinterpreta. O se trata solo una parte del problema y se ignora la otra. Eso genera recaídas, frustración, abandono de tratamientos, y en muchos casos, vidas rotas.
¿Qué aparece primero, la adicción o la enfermedad mental?
Es una de las preguntas más habituales. ¿La persona se volvió adicta por tener un problema mental? ¿O desarrolló un trastorno mental a causa del consumo? Y la verdad es que no hay una única respuesta. A veces, el trastorno mental aparece antes. Por ejemplo, alguien con ansiedad social empieza a beber para atreverse a salir, o alguien con depresión fuma porros para calmarse. Es lo que se llama automedicación.
Otras veces, el consumo repetido y prolongado de drogas es el que provoca un trastorno mental. Por ejemplo, alguien que lleva años con cocaína puede terminar con paranoia o síntomas psicóticos. Alguien que consume alcohol a diario puede desarrollar una depresión profunda. Y en muchos casos, ambas cosas se retroalimentan: el trastorno mental empeora el consumo, y el consumo agrava la enfermedad mental. Es un círculo vicioso muy difícil de romper.
Un diagnóstico difícil
Diagnosticar una patología dual no es sencillo. Muchas veces, los síntomas se confunden. ¿Esa apatía es depresión o es síndrome de abstinencia? ¿Ese insomnio viene del trastorno de ansiedad o es efecto del alcohol? ¿La persona oye voces porque tiene esquizofrenia o por el abuso de alucinógenos?
Además, muchas personas con patología dual no cuentan toda la verdad al principio. Ocultan su consumo. No saben que tienen un trastorno mental. No confían en los profesionales. O están tan desorganizadas que no pueden explicar con claridad lo que sienten. Por eso hace falta tiempo, observación y profesionales que sepan leer entre líneas.
El sistema no lo pone fácil
Uno de los grandes problemas es que la mayoría de los sistemas de salud dividen el tratamiento: por un lado, salud mental; por otro, drogodependencias. Y muchas veces, uno rechaza lo que el otro no puede manejar. Un centro de salud mental no acepta a alguien que está consumiendo. Y un centro de adicciones no tiene personal para tratar trastornos graves como la esquizofrenia.
El resultado es que la persona con patología dual queda en tierra de nadie. Va de un sitio a otro sin recibir un tratamiento completo. Le dan pastillas que no funcionan porque sigue consumiendo. Le piden que deje las drogas para empezar la terapia, pero no puede dejarlas porque sigue con ataques de ansiedad o voces en la cabeza. Se siente sola, incomprendida y acaba abandonando todo.
El tratamiento debe ser integral
La única forma de tratar una patología dual es con un enfoque integrado. Eso significa que el equipo que acompaña al paciente debe tener en cuenta las dos partes del problema al mismo tiempo: la adicción y el trastorno mental.
No vale con decir “primero deja las drogas y luego ya veremos lo otro”. Porque muchas veces, el trastorno mental impide dejar las drogas. Y tampoco sirve “trátate la ansiedad y ya verás cómo dejas de beber”. No funciona así. Hay que trabajar todo al mismo tiempo, con herramientas específicas, con personal capacitado, y sobre todo, con empatía y paciencia.
¿Qué tipo de enfermedades mentales se asocian a las adicciones?
No hay una sola respuesta, pero estas son algunas de las más comunes:
- Depresión: muchas personas consumen para dejar de sentirse tristes, vacías o sin ganas. Pero el alcohol, por ejemplo, es un depresor, y acaba empeorándolo todo.
- Trastornos de ansiedad: se busca calma con porros, alcohol o pastillas, pero el consumo crea dependencia y más ansiedad.
- Trastorno límite de la personalidad (TLP): caracterizado por impulsividad, emociones intensas, relaciones inestables. El consumo suele ser parte de la autoagresión.
- Trastornos psicóticos o esquizofrenia: las drogas pueden desencadenar brotes o agravar síntomas. La psicosis por cocaína o por cannabis es real.
- Trastorno bipolar: durante la fase maníaca se puede consumir más, y en la fase depresiva también. El consumo interfiere con la medicación y el diagnóstico.
La familia y el entorno no siempre lo entienden
Muchas familias solo ven el consumo y no entienden que detrás hay un trastorno mental. O al revés: se centran en la depresión y no se atreven a hablar del porro diario o del alcohol escondido. Esta falta de comprensión hace que la persona se sienta aún más sola. Y en muchos casos, se normaliza el sufrimiento porque se piensa que es parte del carácter o de una mala época.
Por eso es tan importante que la familia reciba información, apoyo y herramientas para acompañar sin juzgar, sin presionar, y sin caer en la desesperación. Porque la patología dual no se resuelve rápido. Es un proceso largo, pero posible.
Sí, se puede salir
Aunque la patología dual sea una de las formas más difíciles de adicción, muchas personas logran recuperarse. Pero no lo hacen solas. Necesitan ayuda profesional, un entorno que les entienda, y sobre todo, un tratamiento adaptado a su realidad.
No hay una cura mágica. Pero sí hay caminos. Y todo empieza por mirar el problema completo, sin separar lo mental de lo adictivo. Porque en la vida real, todo está mezclado.
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